domingo, 13 de marzo de 2011

Biografia y Vida de Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez nació en Aracataca (Magdalena), el 6 de marzo de 1927. Creció como niño único entre sus abuelos maternos y sus tías, pues sus padres, el telegrafista Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez, se fueron a vivir, cuando Gabriel sólo contaba con cinco años, a la población de Sucre, donde don Gabriel Eligio montó una farmacia y donde tuvieron a la mayoría de sus once hijos.

Los abuelos eran dos personajes bien particulares y marcaron el periplo literario del futuro Nobel: el coronel Nicolás Márquez, veterano de la guerra de los Mil Días, le contaba al pequeño Gabriel infinidad de historias de su juventud y de las guerras civiles del siglo XIX, lo llevaba al circo y al cine, y fue su cordón umbilical con la historia y con la realidad. Doña Tranquilina Iguarán, su cegatona abuela, se la pasaba siempre contando fábulas y leyendas familiares, mientras organizaba la vida de los miembros de la casa de acuerdo con los mensajes que recibía en sueños: ella fue la fuente de la visión mágica, supersticiosa y sobrenatural de la realidad. Entre sus tías la que más lo marcó fue Francisca, quien tejió su propio sudario para dar fin a su vida.

Gabriel García Márquez aprendió a escribir a los cinco años, en el colegio Montessori de Aracataca, con la joven y bella profesora Rosa Elena Fergusson, de quien se enamoró: fue la primera mujer que lo perturbó. Cada vez que se le acercaba, le daban ganas de besarla: le inculcó el gusto de ir a la escuela, sólo por verla, además de la puntualidad y de escribir una cuartilla sin borrador.




Gabriel García Márquez



En ese colegio permaneció hasta 1936, cuando murió el abuelo y tuvo que irse a vivir con sus padres al sabanero y fluvial puerto de Sucre, de donde salió para estudiar interno en el colegio San José, de Barranquilla, donde a la edad de diez años ya escribía versos humorísticos. En 1940, gracias a una beca, ingresó en el internado del Liceo Nacional de Zipaquirá, una experiencia realmente traumática: el frío del internado de la Ciudad de la Sal lo ponía melancólico, triste. Permaneció siempre con un enorme saco de lana, y nunca sacaba las manos por fuera de sus mangas, pues le tenía pánico al frío.

Sin embargo, a las historias, fábulas y leyendas que le contaron sus abuelos, sumó una experiencia vital que años más tarde sería temática de la novela escrita después de recibir el premio Nobel: el recorrido del río Magdalena en barco de vapor. En Zipaquirá tuvo como profesor de literatura, entre 1944 y 1946, a Carlos Julio Calderón Hermida, a quien en 1955, cuando publicó La hojarasca, le obsequió con la siguiente dedicatoria: "A mi profesor Carlos Julio Calderón Hermida, a quien se le metió en la cabeza esa vaina de que yo escribiera". Ocho meses antes de la entrega del Nobel, en la columna que publicaba en quince periódicos de todo el mundo, García Márquez declaró que Calderón Hermida era "el profesor ideal de Literatura".

En los años de estudiante en Zipaquirá, Gabriel García Márquez se dedicaba a pintar gatos, burros y rosas, y a hacer caricaturas del rector y demás compañeros de curso. En 1945 escribió unos sonetos y poemas octosílabos inspirados en una novia que tenía: son uno de los pocos intentos del escritor por versificar. En 1946 terminó sus estudios secundarios con magníficas calificaciones.

Estudiante de leyes
En 1947, presionado por sus padres, se trasladó a Bogotá a estudiar derecho en la Universidad Nacional, donde tuvo como profesor a Alfonso López Michelsen y donde se hizo amigo de Camilo Torres Restrepo. La capital del país fue para García Márquez la ciudad del mundo (y las conoce casi todas) que más lo impresionó, pues era una ciudad gris, fría, donde todo el mundo se vestía con ropa muy abrigada y negra. Al igual que en Zipaquirá, García Márquez se llegó a sentir como un extraño, en un país distinto al suyo: Bogotá era entonces "una ciudad colonial, (...) de gentes introvertidas y silenciosas, todo lo contrario al Caribe, en donde la gente sentía la presencia de otros seres fenomenales aunque éstos no estuvieran allí".

El estudio de leyes no era propiamente su pasión, pero logró consolidar su vocación de escritor, pues el 13 de septiembre de 1947 se publicó su primer cuento, La tercera resignación, en el suplemento Fin de Semana, nº 80, de El Espectador, dirigido por Eduardo Zalamea Borda (Ulises), quien en la presentación del relato escribió que García Márquez era el nuevo genio de la literatura colombiana; las ilustraciones del cuento estuvieron a cargo de Hernán Merino. A las pocas semanas apareció un segundo cuento: Eva está dentro de un gato.

En la Universidad Nacional permaneció sólo hasta el 9 de abril de 1948, pues, a consecuencia del "Bogotazo", la Universidad se cerró indefinidamente. García Márquez perdió muchos libros y manuscritos en el incendio de la pensión donde vivía y se vio obligado a pedir traslado a la Universidad de Cartagena, donde siguió siendo un alumno irregular. Nunca se graduó, pero inició una de sus principales actividades periodísticas: la de columnista. Manuel Zapata Olivella le consiguió una columna diaria en el recién fundado periódico El Universal.


El Grupo de Barranquilla
A principios de los años cuarenta comenzó a gestarse en Barranquilla una especie de asociación de amigos de la literatura que se llamó el Grupo de Barranquilla; su cabeza rectora era don Ramón Vinyes. El "sabio catalán", dueño de una librería en la que se vendía lo mejor de la literatura española, italiana, francesa e inglesa, orientaba al grupo en las lecturas, analizaba autores, desmontaba obras y las volvía a armar, lo que permitía descubrir los trucos de que se servían los novelistas. La otra cabeza era José Félix Fuenmayor, que proponía los temas y enseñaba a los jóvenes escritores en ciernes (Álvaro Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas, entre otros) la manera de no caer en lo folclórico.

Gabriel García Márquez se vinculó a ese grupo. Al principio viajaba desde Cartagena a Barranquilla cada vez que podía. Luego, gracias a una neumonía que le obligó a recluirse en Sucre, cambió su trabajo en El Universal por una columna diaria en El Heraldo de Barranquilla, que apareció a partir de enero de 1950 bajo el encabezado de "La girafa" y firmada por "Septimus".



Con su hijo y su esposa




En el periódico barranquillero trabajaban Cepeda Samudio, Vargas y Fuenmayor. García Márquez escribía, leía y discutía todos los días con los tres redactores; el inseparable cuarteto se reunía a diario en la librería del "sabio catalán" o se iba a los cafés a beber cerveza y ron hasta altas horas de la madrugada. Polemizaban a grito herido sobre literatura, o sobre sus propios trabajos, que los cuatro leían. Hacían la disección de las obras de Defoe, Dos Passos, Camus, Virginia Woolf y William Faulkner, escritor este último de gran influencia en la literatura de ficción de América Latina y muy especialmente en la de García Márquez, como él mismo reconoció en su famoso discurso "La soledad de América Latina", que pronunció con motivo de la entrega del premio Nobel en 1982: William Faulkner había sido su maestro. Sin embargo, García Márquez nunca fue un crítico, ni un teórico literario, actividades que, además, no son de su predilección: él prefirió y prefiere contar historias.


En esa época del Grupo de Barranquilla, García Márquez leyó a los grandes escritores rusos, ingleses y norteamericanos, y perfeccionó su estilo directo de periodista, pero también, en compañía de sus tres inseparables amigos, analizó con cuidado el nuevo periodismo norteamericano. La vida de esos años fue de completo desenfreno y locura. Fueron los tiempos de La Cueva, un bar que pertenecía al dentista Eduardo Vila Fuenmayor y que se convirtió en un sitio mitológico en el que se reunían los miembros del Grupo de Barranquilla a hacer locuras: todo era posible allí, hasta las trompadas entre ellos mismos.

También fue la época en que vivía en pensiones de mala muerte, como El Rascacielos, edificio de cuatro pisos, ubicado en la calle del Crimen, que alojaba también un prostíbulo. Muchas veces no tenía el peso con cincuenta para pasar la noche; entonces le daba al encargado sus mamotretos, los borradores de La hojarasca, y le decía: "Quédate con estos mamotretos, que valen más que la vida mía. Por la mañana te traigo plata y me los devuelves".

Los miembros del Grupo de Barranquilla fundaron un periódico de vida muy fugaz, Crónica, que según ellos sirvió para dar rienda suelta a sus inquietudes intelectuales. El director era Alfonso Fuenmayor, el jefe de redacción Gabriel García Márquez, el ilustrador Alejandro Obregón, y sus colaboradores fueron, entre otros, Julio Mario Santo domingo, Meira del Mar, Benjamín Sarta, Juan B. Fernández y Gonzalo González.



Periodismo y literatura
A principios de 1950, cuando ya tenía muy adelantada su primera novela, titulada entonces La casa, acompañó a doña Luisa Santiaga al pequeño, caliente y polvoriento Aracataca, con el fin de vender la vieja casa en donde él se había criado. Comprendió entonces que estaba escribiendo una novela falsa, pues su pueblo no era siquiera una sombra de lo que había conocido en su niñez; a la obra en curso le cambió el título por La hojarasca, y el pueblo ya no fue Aracataca, sino Macondo, en honor de los corpulentos árboles de la familia de las bombáceas, comunes en la región y semejantes a las ceibas, que alcanzan una altura de entre treinta y cuarenta metros.
En febrero de 1954 García Márquez se integró en la redacción de El Espectador, donde inicialmente se convirtió en el primer columnista de cine del periodismo colombiano, y luego en brillante cronista y reportero. El año siguiente apareció en Bogotá el primer número de la revista Mito, bajo la dirección de Jorge Gaitán Durán.

Duró sólo siete años, pero fueron suficientes, por la profunda influencia que ejerció en la vida cultural colombiana, para considerar que Mito señala el momento de la aparición de la modernidad en la historia intelectual del país, pues jugó un papel definitivo en la sociedad y cultura colombianas: desde un principio se ubicó en la contemporaneidad y en la cultura crítica. Gabriel García Márquez publicó dos trabajos en la revista: un capítulo de La hojarasca, el Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo (1955), y El coronel no tiene quien le escriba (1958). En realidad, el escritor siempre ha considerado que Mito fue trascendental; en alguna ocasión dijo a Pedro Gómez Valderrama: "En Mito comenzaron las cosas".

En ese año de 1955, García Márquez ganó el primer premio en el concurso de la Asociación de Escritores y Artistas; publicó La hojarasca y un extenso reportaje, por entregas, Relato de un náufrago, el cual fue censurado por el régimen del general Gustavo Rojas Pinilla, por lo que las directivas de El Espectador decidieron que Gabriel García Márquez saliera del país rumbo a Ginebra, para cubrir la conferencia de los Cuatro Grandes, y luego a Roma, donde el papa Pío XII aparentemente agonizaba. En la capital italiana asistió, por unas semanas, al Centro Sperimentale di Cinema.



Rondando por el mundo
Cuatro años estuvo ausente de Colombia. Vivió una larga temporada en París, y recorrió Polonia y Hungría, la República Democrática Alemana, Checoslovaquia y la Unión Soviética. Continuó como corresponsal de El Espectador, aunque en precarias condiciones, pues si bien escribió dos novelas, El coronel no tiene quien le escriba y La mala hora, vivía pobre a morir, esperando el giro mensual que El Espectador debía enviar pero que demoraba debido a las dificultades del diario con el régimen de Rojas Pinilla. Esta situación se refleja en El coronel, donde se relata la desesperanza de un viejo oficial de la guerra de los Mil Días aguardando la carta oficial que había de anunciarle la pensión de retiro a que tiene derecho. Además, fue corresponsal de El Independiente, cuando El Espectador fue clausurado por la dictadura, y colaboró también con la revista venezolana Élite y la colombianísima Cromos.

Su estancia en Europa le permitió a García Márquez ver América Latina desde otra perspectiva. Le señaló las diferencias entre los distintos países latinoamericanos, y tomó además mucho material para escribir cuentos acerca de los latinos que vivían en la ciudad luz. Aprendió a desconfiar de los intelectuales franceses, de sus abstracciones y esquemáticos juegos mentales, y se dio cuenta de que Europa era un continente viejo, en decadencia, mientras que América, y en especial Latinoamérica, era lo nuevo, la renovación, lo vivo.


A finales de 1957 fue vinculado a la revista Momento y viajó a Venezuela, donde pudo ser testigo de los últimos momentos de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. En marzo de 1958, contrajo matrimonio en Barranquilla con Mercedes Barcha, unión de la que nacieron dos hijos: Rodrigo (1959), bautizado en la Clínica Palermo de Bogotá por Camilo Torres Restrepo, y Gonzalo (1962). Al poco tiempo de su matrimonio, de regreso a Venezuela, tuvo que dejar su cargo en Momento y asumir un extenuante trabajo en Venezuela Gráfica, sin dejar de colaborar ocasionalmente en Élite.

Pese a tener poco tiempo para escribir, su cuento Un día después del sábado fue premiado. En 1959 fue nombrado director de la recién creada agencia de noticias cubana Prensa Latina. En 1960 vivió seis meses en Cuba y al año siguiente fue trasladado a Nueva York, pero tuvo grandes problemas con los cubanos exiliados y finalmente renunció. Después de recorrer el sur de Estados Unidos se fue a vivir a México. No sobra decir que, luego de esa estadía en Estados Unidos, el gobierno de ese país le denegó el visado de entrada, porque, según las autoridades, García Márquez estaba afiliado al partido comunista. Sólo en 1971, cuando la Universidad de Columbia le otorgó el título de doctor honoris causa, le dieron un visado, aunque condicionado.


Con el poeta cubano Eliseo Diego


Recién llegado a México, donde García Márquez ha vivido muchos años de su vida, se dedicó a escribir guiones de cine y durante dos años (1961-1963) publicó en las revistas La Familia y Sucesos, de las cuales fue director. De sus intentos cinematográficos el más exitoso fue El gallo de oro (1963), basado en un cuento del mismo nombre escrito por Juan Rulfo, y que García Márquez adaptó con el también escritor Carlos Fuentes. El año anterior había obtenido el premio Esso de Novela Colombiana con La mala hora.

La consagración
Un día de 1966 en que se dirigía desde Ciudad de México al balneario de Acapulco, Gabriel García Márquez tuvo la repentina visión de la novela que durante 17 años venía rumiando: consideró que ya la tenía madura, se sentó a la máquina y durante 18 meses seguidos trabajó ocho y más horas diarias, mientras que su esposa se ocupaba del sostenimiento de la casa.

En 1967 apareció Cien años de soledad, novela cuyo universo es el tiempo cíclico, en el que suceden historias fantásticas: pestes de insomnio, diluvios, fertilidad desmedida, levitaciones... Es una gran metáfora en la que, a la vez que se narra la historia de las generaciones de los Buendía en el mundo mágico de Macondo, desde la fundación del pueblo hasta la completa extinción de la estirpe, se cuenta de manera insuperable la historia colombiana desde después del Libertador hasta los años treinta del presente siglo. De ese libro Pablo Neruda, el gran poeta chileno, opinó: "Es la mejor novela que se ha escrito en castellano después del Quijote". Con tan calificado concepto se ha dicho todo: el libro no sólo es la opus magnum de García Márquez, sino que constituye un hito en Latinoamérica, como uno de los libros que más traducciones tiene, treinta idiomas por lo menos, y que mayores ventas ha logrado, convirtiéndose en un verdadero bestseller mundial.

Después del éxito de Cien años de soledad, García Márquez se estableció en Barcelona y pasó temporadas en Bogotá, México, Cartagena y La Habana. Durante las tres décadas transcurridas, ha escrito cuatro novelas más, se han publicado tres volúmenes de cuentos y dos relatos, así como importantes recopilaciones de su producción periodística y narrativa.
En una imagen tomada en Bogotá, 1972
Varios elementos marcan ese periplo: se profesionalizó como escritor literario, y sólo después de casi 23 años reanudó sus colaboraciones en El Espectador. En 1985 cambió la máquina de escribir por el computador. Su esposa Mercedes Barcha siempre ha colocado un ramo de rosas amarillas en su mesa de trabajo, flores que García Márquez considera de buena suerte. Un vigilante autorretrato de Alejandro Obregón, que el pintor le regaló y que quiso matar en una noche de locos con cinco tiros del calibre 38, preside su estudio. Finalmente, dos de sus compañeros periodísticos, Álvaro Cepeda Samudio y Germán Vargas Cantillo, murieron, cumpliendo cierta predicción escrita en Cien años de soledad.

Premio Nobel de Literatura
En la madrugada del 21 de octubre de 1982, García Márquez recibió en México una noticia que hacía ya mucho tiempo esperaba por esas fechas: la Academia Sueca le otorgó el ansiado premio Nobel de Literatura. Por ese entonces se hallaba exiliado en México, pues el 26 de marzo de 1981 había tenido que salir de Colombia, ya que el ejército colombiano quería detenerlo por una supuesta vinculación con el movimiento M-19 y porque durante cinco años había mantenido la revista Alternativa, de corte socialista.

La concesión del Nobel fue todo un acontecimiento cultural en Colombia y Latinoamérica. El escritor Juan Rulfo opinó: "Por primera vez después de muchos años se ha dado un premio de literatura justo". La ceremonia de entrega del Nobel se celebró en Estocolmo, los días 8, 9 y 10 de diciembre; según se supo después, disputó el galardón con Graham Greene y Gunther Grass.

Dos actos confirmaron el profundo sentimiento latinoamericano de García Márquez: a la entrega del premio fue vestido con un clásico e impecable liquiliqui de lino blanco, por ser el traje que usó su abuelo y que usaban los coroneles de las guerras civiles, y que seguía siendo de etiqueta en el Caribe continental. Con el discurso "La soledad de América Latina" (que leyó el miércoles 8 de diciembre de 1982 ante la Academia Sueca en pleno y ante cuatrocientos invitados y que fue traducido simultáneamente a ocho idiomas), intentó romper los moldes o frases gastadas con que tradicionalmente Europa se ha referido a Latinoamérica, y denunció la falta de atención de las superpotencias por el continente. Dio a entender cómo los europeos se han equivocado en su posición frente a las Américas, y se han quedado tan sólo con la carga de maravilla y magia que se ha asociado siempre a esta parte del mundo. Sugirió cambiar ese punto de vista mediante la creación de una nueva y gran utopía, la vida, que es a su vez la respuesta de Latinoamérica a su propia trayectoria de muerte.

El discurso es una auténtica pieza literaria de gran estilo y de hondo contenido americanista, una hermosa manifestación de personalidad nacionalista, de fe en los destinos del continente y de sus pueblos. Confirmó asimismo su compromiso con Latinoamérica, convencido desde siempre de que el subdesarrollo total, integral, afecta todos los elementos de la vida latinoamericana. Por lo tanto, los escritores de esta parte del mundo deben estar comprometidos con la realidad social total.
Con motivo de la entrega del Nobel, el gobierno colombiano, presidido por Belisario Betancur, programó una vistosa presentación folclórica en Estocolmo. Además, adelantó una emisión de sellos con la efigie de García Márquez dibujada por el pintor Juan Antonio Roda, con diseño de Dickens Castro y texto de Guillermo Angulo, a propósito de la cual el Nobel colombiano expresó: "El sueño de mi vida es que esta estampilla sólo lleve cartas de amor".

Desde que se conoció la noticia de la obtención del ambicionado premio, el asedio de periodistas y medios de comunicación fue permanente y los compromisos se multiplicaron. Sin embargo, en marzo de 1983 Gabo regresó a Colombia. En Cartagena lo esperaban doña Luisa Santiaga Márquez de García, en su casa del Callejón de Santa Clara, en el tradicional barrio de Manga, con un suculento sancocho de tres carnes (salada, cerdo y gallina) y abundante dulce de guayaba.

Después del Nobel, García Márquez se ratificó como figura rectora de la cultura nacional, latinoamericana y mundial. Sus conceptos sobre diferentes temas ejercieron fuerte influencia. Durante el gobierno de César Gaviria Trujillo (1990-1994), junto con otros sabios como Manuel Elkin Patarroyo, Rodolfo Llinás y el historiador Marco Palacios, formó parte de la comisión encargada de diseñar una estrategia nacional para la ciencia, la investigación y la cultura. Pero, quizás, una de sus más valientes actitudes ha sido el apoyo permanente a la revolución cubana y a Fidel Castro, la defensa del régimen socialista impuesto en la isla y su rechazo al bloqueo norteamericano, que ha servido para que otros países apoyen de alguna manera a Cuba y que ha evitado mayores intervenciones de los estadounidenses.
Tras años de silencio, en 2002 García Márquez presentó la primera parte de sus memorias, Vivir para contarla, en la que repasa los primeros treinta años de su vida. La publicación de esta obra supuso un acontecimiento editorial, con el lanzamiento simultáneo de la primera edición (un millón de ejemplares) en todos los países hispanohablantes. En 2004 vio la luz su novela Memorias de mis putas tristes.

La poesía posterior a la vanguardia


Los años treinta vivieron una gran conflictividad político-social en todo el mundo, que favoreció la toma de conciencia de los escritores. Así, autores como César Vallejo o Pablo Neruda evolucionaron hacia la rehumanización de su poesía. La poesía hispanoamericana, sin renunciar a los logros formales vanguardistas, acentuó en general su compromiso con la realidad, pero en su evolución hasta nuestros días ha tomado caminos muy diversos. En el panorama poético destacan las siguientes tendencias y autores:


•Nicolás Guillén y la poesía negra. La tendencia general de principios de siglo hacia la búsqueda de lo autóctono llevó a la revalorización de la cultura de la población negra, despreciada hasta entonces. La fusión entre vanguardismo y folclore negro desembocó en la llamada poesía negra o afroamericana, semejante al neopopularismo de la generación del 27. Entre sus cultivadores pueden citarse al puertorriqueño Luis Palés Matos (1898-1959) y al cubano Emilio Ballagas (1910-1954).


Nicolás Guillén (1902-1989), cubano y mulato, es el principal representante de esta tendencia. En sus primeras obras (Motivos de son, 1930; Sóngoro Cosongo, 1931) describe el mundo de la población de color: estampas típicas, ritos, supersticiones, etc. Pasa después a denunciar la marginación del negro y las injusticias sociales (El son entero, 1947; La paloma del vuelo popular, 1958), al tiempo que su oposición a Batista le obliga a exiliarse. Tras el triunfo de Castro, su obra se orienta hacia lo revolucionario (Antología mayor, 1964).

•La poesía pura fue una corriente poética de los años treinta, derivada del vanguardismo, que busca la belleza evitando el sentimiento y centrándose en la propia creación lírica. En Colombia, destaca el grupo Piedra y Cielo, con el clasicismo de Eduardo Carranza (1913-1985). También tuvo un notable desarrollo en Cuba, con la poesía introspectiva y abstracta de Dulce María Loynaz (1903-1987) y, sobre todo, la inclasificable obra de José Lezama Lima (1912-1976), también narrador, que construye complejos mundos poéticos, casi indescifrables.

•Octavio Paz (1914-1998) se entrega a una obra donde la preocupación esencial es el lenguaje. Su obra El arco y la lira (1956) es un texto fundamental para comprender la poética de este escritor mexicano: elementos como poesía y poema, lenguaje, ritmo, consagración del instante, conforman obsesivos interrogantes de este ensayo. Piedra de sol (1957) es uno de los más extensos e importantes poemas latinoamericanos, donde diversos motivos líricos (mundo, relación yo- tú, instante, erotismo, búsqueda) se entremezclan con la reflexión del poeta sobre el mismo proceso creativo.Blanco (1967) constituye un poema espacial, cuya lectura puede realizarse de diferentes maneras, con marcado contenido erótico y gran preocupación lingüística.

Pasado en claro (1978) es un itinerario, una búsqueda, que se inicia con la meditación sobre el proceso de la escritura.

•Otros poetas posvanguardistas El chileno Nicanor Parra (1914), con sus «antipoemas» y «artefactos», crea una poesía que oscila entre lo popular y una desenfadada visión crítica e irónica de la realidad circundante. Sus principales obras líricas son Poemas y antipoemas (1954), La cuenca larga (1958), Versos de salón(1962), Canciones rusas(1967), Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1977) y Nuevos sermones del Cristo de Elqui(1979).
El nicaragüense Ernesto Cardenal (1925), quien ocupó un alto cargo en el gobierno sandinista, es también un escritor que utiliza su palabra para testimoniar su compromiso político-social y, desde su posición de religioso, cantar himnos de esperanza en el futuro de la humanidad. Entre sus obras destacan Hora cero (1960),Epigramas (1961),Salmos (1964) y Homenaje a los indios americanos (1969).

Otros poetas destacados son el chileno Gonzalo Rojas (1917), el mexicano Tomás Segovia (1927), el cubano Roberto Fernández Retamar (1930), el peruano Jorge Eduardo Eielson (1921), el ecuatoriano Jorge Enrique Adoum (1926) y los argentinos Mario Benedetti (1920) y Juan Gelman (1930).

POSROMANTICISMO

Ahora en lengua castellana y literatura (Sobre todo literatura) estamos dando el posromanticismo;

El Posromanticismo: Durante la segunda mitad del siglo XIX, los anteriores gustos por lo histórico y legendario, pasan a un segundo plano, y la poesía pasa a ser más sentimental e intimista. Ello viene condicionado por las influencias de la poesía alemana y el nuevo interés que suscita la poesía popular española. La escuela posromántica deja de lado las demás escuelas europeas, a excepción del influjo que ejerce la obra del poeta alemán Heinrich Heine.



La poesía, al contrario de la novela y el teatro, continúa siendo romántica (la novela y el teatro seguirá la tendencia realista). En la poesía la forma pierde parte de su interés para centrar su atención a lo emotivo que puede poseer el poema. Lo narrativo decae en favor de lo lírico. La poesía es más personal e intimista. Se reduce la retórica y se aumenta el lirismo, con el amor y la pasión por el mundo por lo bello como temas principales. Se buscan nuevas formas métricas y nuevos ritmos. La homogeneidad de la que gozaba el Romanticismo se transforma en pluralidad en las ideas poéticas. La poesía posromántica, pues, representa la transición entre el Romanticismo y el Realismo.Los poetas más representativos de este periodo son Gustavo Adolfo Bécquer, Augusto Ferrán y Rosalía de Castro. Ya no triunfan en aquella sociedad de la Restauración, utilitaria y poco idealista, pues se admiraban más los escritores que trataban temas de la sociedad contemporánea, como Ramón de Campoamor y Gaspar Núñez de Arce, aunque hoy en día no tengan demasiada relevancia crítica.

En parte por rechazo, y en parte por cansancio de las formulas realistas, se produce en el último tercio del siglo una reacción de tipo idealista o posromántico, que se caracteriza por:

-los escritores se revelan contra los valores y costumbres burgueses y eligen un tipo de vida mas irregular y marginal, aferrados a la aventura, la soledad, el desarraigo, las drogas…por rechazo a la sociedad a la que pertenecen y a la misma existencia.

-nace la bohemia, un modo antiburgués de concebir la vida y el arte basado en la rebeldía y la libertad.

-los escritores consideran que el fin ultimo del arte ha de ser la belleza, no la reproducción de los aspectos grises de la realidad, ni la denuncia.

El posromanticismo adquirió su máximo esplendor en Francia, donde dio lugar a dos grandes movimientos poéticos: el Parnasianismo y el Simbolismo.

El Parnasianismo: bajo el lema del arte por el arte, los poetas parnasianos, defienden una poesía serena, impasible, con valor en si misma. Buscan la inspiración en la pintura y escultura, en la historia antigua y trabajan cuidadosamente la forma. El mas destacado de este grupo fue Leconte de Lisle, autor de “Poemas antiguos”

Baudelaire: su romanticismo vital queda superado por su sentido crítico, algunos rasgos formales lo vinculan al Parnasianismo, pero lo apartan de él la complejidad de su mundo interior y el empleo de la intimidad como materia poética. Sus efectos musicales lo acercan al Simbolismo, pero lo apartan de él la densidad de sus temas y sus violentos contrastes íntimos. “Las flores del mal” “Pequeños poemas en prosa”

El simbolismo: es una corriente estética surgida en Francia hacia 1885, que tiene como precursor a Baudelaire. Conciben la poesía como algo misterioso, inexplicable, que permite descubrir los secretos que encierra la realidad. Liberan el lenguaje en busca de “la palabra total” y gustan de los vocablos raros.

Verlaine: sus claves poéticas radican en la levedad con que recrea sus indefinibles estos de ánimo y en la sencillez de su lenguaje coloquial. “Fiestas galantes” “Romanzas sin palabras”
Rimbaud: en sus poesias encontramos a un Rimbaud adolescente que canta a los amores, al paisaje… ”Iluminaciones” “Una temporada en el infierno”

Mallarme: su tema central es la propia poesía, la Obra Total que el intenta crear con un lenguaje nuevo, ilógico, al margen de las leyes de la semántica y la sintaxis. “Verso y prosa”
La poesía en Portugal: el primer escritor que reaccionó contra el viejo y fósil romanticismo fue Antero de Quental. En sus “Sonetos” recogió con contención y mesura pero con un hondo pesimismo las preocupaciones sociales y metafísicas que le obsesionaban.

La poesía en Estados Unidos: Walt Whitman: el tema principal de su poesía son las preocupaciones de la gente. “Hojas de hierba”

La poesía en Hispanoamérica: surge en Hispanoamérica una literatura que intenta superar el sentimentalismo del romanticismo y el contenido social del realismo, mediante la fusión de lo europeo y lo autóctono. El autor mas representativo es José Martí. “Versos sencillos”

La novela inglesa: el realismo moderado de la época de la Reina Victoria evoluciona en dos direcciones:
-el esteticismo, que persigue el arte por el arte, el refinamiento y la provocación. (Oscar Wilde)
-la aventura, bien en lugares alejados y exóticos, como el mar y la selva (Stevenson, Conrad y Kipling) o bien puramente fantástica. (Carroll)

Oscar Wilde: fue un nov de talento brillante, que convirtió el culto a la belleza y el rechazo a la moral convencional en normas de vida y en objetivos artísticos. “El retrato de Dorian Gray” “La importancia de llamarse Ernesto”

Stevenson: “La isla del tesoro” “El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde”
Kipling: “El libro de la selva”
Conrad: “El corazón de las tinieblas”

Lewis Carroll: “Alicia en el país de las maravillas” “A través del espejo”



La renovación narrativa hispanoamericana entre 1940 y 1960

A partir de los años cuarenta, la narrativa incorpora nuevos elementos: el contenido se amplía con la introducción de temas urbanos y la estructura se enriquece con innovaciones de la narrativa europea y norteamericana. Asimismo, se incorpora lo irracional procedente del movimiento surrealista.

La personal obra de Borges constituye un precedente indiscutible de toda la narrativa posterior. En ella, lo filosófico y lo metafísico se combinan a menudo con lo fantástico y lo irónico. Su obra supone un punto de referencia de la narrativa de su tiempo en una fase de transición entre la vanguardia y las nuevas formas de novela. Borges destaca ante todo por sus cuentos, recogidos en libros comoFicciones (1944), El aleph (1949) y El libro de arena (1975). Su estilo se caracteriza por la concisión y por la ironía, así como por su carga cultural. Su compleja temática filosófica presenta varios submotivos, como el carácter ilusorio de la realidad, que se confunde con la ficción; el misterio de la identidad (el doble, el sueño, la reencarnación); el mundo como laberinto indescifrable o la concepción circular del tiempo.




La importancia de las preocupaciones existenciales propias de la literatura occidental en los años cuarenta y cincuenta tiene también un reflejo en los autores hispanoamericanos, especialmente en las figuras de Onetti y Sábato, representantes de la que se ha venido a llamar narrativa existencial.

El uruguayo Juan Carlos Onetti (1909-1994) describe unas vidas frustradas y amargadas en la ficticia ciudad de Santa María. Esta visión pesimista con raíz en el existencialismo se refleja en sus cuentos y novelas (El astillero, 1961; Juntacadáveres, 1964), en las que la ocultación de datos crea un intenso efecto de suspense.




La obra de Ernesto Sábato (1911) El túnel (1948) trata de un hombre que recurre al crimen como única salida a su radical incomunicación con los demás. Sobre héroes y tumbas (1961) narra una terrible historia de amor y soledad que revela la maldad del mundo contemporáneo. Este escritor argentino es también el autor de Abaddón el exterminador (1974), de parecida complejidad, y de varios ensayos (El escritor y sus fantasmas, 1963).



La narrativa social hereda de la novela indigenista la denuncia de los conflictos raciales en Hispanoamérica. Dos autores representan fundamentalmente esta tendencia: Miguel Ángel Asturias y José María Arguedas.

Miguel Ángel Asturias, guatemalteco (1899-1974), dedica su novela más importante, El señor presidente (1946), a la figura del dictador, que sitúa en una atmósfera de pesadilla, donde se mezclan lo absurdo y lo grotesco. Su labor de estudioso de la cultura maya se refleja en Leyendas de Guatemala (1930) y Hombres de maíz (1949). En su «trilogía bananera» (en la que destaca El Papa verde, 1954) se denuncia la injerencia norteamericana en Centroamérica. Recibió el Nobel en 1967.




José María Arguedas (1911-1969), peruano, es autor también de obras de antropología como La evolución de las comunidades indígenas (1956). Sin embargo, destacó por sus novelas Yawar Fiesta (1941) y Ríos profundos (1956).



Surge en este momento el realismo mágico. Este constituye una representación compleja del mundo, que admite al mismo nivel lo racional, lo onírico y lo fantástico y que persigue reflejar la identidad de América (objetivo que comparte con la novela indigenista). Frente al realismo decimonónico, en esta nueva tendencia narrativa lo real, lo cotidiano, lo mítico y lo imaginario se encuentran enlazados de forma estrecha y verosímil.

El cubano Alejo Carpentier (1904-1980) fue el primer teórico del realismo mágico en un prólogo escrito para El reino de este mundo (1949), historia sobre un levantamiento de esclavos en el Haití del siglo XVIII. En la misma época se ambienta El siglo de las luces (1962). Ambas novelas trazan un grotesco retrato de la fusión entre los ideales ilustrados y revolucionarios y la cultura africana de las Antillas. Con parecido estilo barroco se relata, en Los pasos perdidos (1953), un viaje a través de la selva que acaba atrapando a sus protagonistas. Otras novelas del autor sonEcué -Yamba- O (1933), descripción vanguardista del mundo negro cubano; El acoso (1956), novela breve de compleja estructura acerca de un traidor, y El recurso del método (1974), centrada en una dictadura.




Las novelas del argentino Julio Cortázar (1914-1984) se caracterizan por su radical experimentalismo formal y por su análisis del hombre contemporáneo. La presencia de lo fantástico en Cortázar tiene una ambientación más cosmopolita y más alejada de la realidad americana que en otros autores. Lo fantástico domina en Los premios (1960), mientras que Libro de Manuel (1974) es una crítica a las dictaduras con técnica decollage. Su principal novela,Rayuela, de 1963, es una referencia fundamental de la literatura hispanoamericana. Su estructura en secuencias sueltas permite distintas lecturas y, por tanto, diversas interpretaciones. Con ello pretende expresar mejor los temas del caos y el azar de la vida y de la relación entre el artista y lo creado. Quizá lo mejor de su obra sean sus cuentos (Bestiario, 1951; Final de juego, 1956; Todos los fuegos el fuego, 1966), en los que, con estilo ambiguo, irónico y tierno a la vez, lo fantástico y lo absurdo surgen en medio de lo cotidiano. Es autor de obras misceláneas como Historias de cronopios y de famas (1962) y La vuelta al día en ochenta mundos(1967).


Augusto Roa Bastos (1917-2005), paraguayo, es el autor de Yo el supremo (1974), centrada en un dictador hispanoamericano. Otras obras suyas son Hijo de hombre (1960) y Vigilia del almirante(1992).

Juan Rulfo (1918-1986), mexicano, se convierte en uno de los maestros del nuevo estilo con sus cuentos (El llano en llamas, 1953) y sobre todo con Pedro Páramo. Esta novela, de 1955, narra con juegos espacio-temporales constantes el viaje de un hombre al pueblo de su padre, cuya historia reconstruirá dialogando con vivos y muertos. Su obra supone la cumbre de la llamada novela de la Revolución mexicana.



La narrativa hispanoamericana desde los años sesenta

La obra del mexicano Carlos Fuentes (1928) presenta una serie de constantes, como la incansable experimentación narrativa y un análisis de la problemática social y política de su país, con especial atención a las consecuencias de la Revolución mexicana.

Su primera novela, La región más transparente (1958), llamó la atención por su audacia experimental y su ambicioso fresco social de la ciudad de México. Otros títulos destacables son Cambio de piel (1967) y La cabeza de la hidra (1978). La muerte de Artemio Cruz, de 1962, supuso su consagración. A través de los recuerdos de un dirigente político corrupto que agoniza, se reconstruye la historia mexicana desde la revolución. La novela se estructura mediante tres distintos narradores y presenta abundantes saltos espacio-temporales.

El colombiano Gabriel García Márquez (1928) es el más famoso y leído de los grandes narradores hispanoamericanos. Su infancia en la costa caribeña le proporcionó temas e historias para crear el imaginarioMac ondo. Como otros escenarios míticos de la narrativa hispanoamericana, simboliza la conflictiva realidad de todo el continente y del ser humano en general. Allí ambientará sus primeras obras (El coronel no tiene quien le escriba, 1961; La mala hora, 1962), de desbordante imaginación.



Su gran éxito es Cien años de soledad, publicada en 1967, novela emblemática delboom y obra maestra del realismo mágico. Narra la historia de siete generaciones de una familia perseguida por un destino fatal, que resume simbólicamente la evolución sociopolítica del continente. De parecido estilo será El otoño del patriarca (1975), sobre un dictador. Sus siguientes obras (Crónica de una muerte anunciada, 1981; El amor en los tiempos del cólera, 1985), dotadas de la misma cuidada estructura y calidad literaria, se alejan ya del realismo mágico.

En la obra de Gabriel García Márquez, el periodismo y la literatura, sus dos oficios, se han entrecruzado muchas veces, como en el apasionante reportaje Relato de un náufrago (1955) o en Noticia de un secuestro (1996). Entre sus últimas obras se encuentran también El general en su laberinto (1989),Doce cuentos peregrinos(1993), Del amor y otros demonios (1994) y la reciente
novela Memoria de mis putas tristes (2004).


El escritor peruano Mario Vargas Llosa (1936) es otra de las grandes figuras de la narrativa hispanoamericana por su incansable indagación en las técnicas narrativas y por la complejidad de sus mundos novelescos.



Su primera obra, La ciudad y los perros, aparecida en 1962, que encabezó el boom, expresa, a través de la denuncia del machismo y la violencia de un colegio militar limeño, una crítica a la sociedad peruana. La casa verde (1966) entremezcla tres historias, ambientadas en tres lugares distintos de la selva, que confluyen en un prostíbulo.


Conversación en la Catedral (1970) es una de sus obras más ambiciosas y logradas. De compleja estructura, ofrece un desolador fresco de la sociedad peruana bajo una dictadura. Otras novelas interesantes son la humorística Pantaleón y las visitadoras (1973), la autobiográfica La tía Julia y el escribidor (1977) y la monumental La guerra del fin del mundo (1981), sobre una utópica rebelión campesina en Brasil. Ha escrito también cuentos, una excepcional novela corta (Los cachorros, 1967) y teatro. Entre sus últimas publicaciones destacan La fiesta del chivo (2000) o El paraíso en la otra esquina del 2003.


PRERROMANTICISMO

Durante la segunda mitad del s. XVIII empiezan a aparecer en todos los países de Europa escritores que reaccionan contra algunos presupuestos neoclásicos. Son los primeros chispazos del Prerromanticismo, movimiento de transición con que se cierra la Edad Moderna y se abre la Contemporánea.

Los escritores Prerrománticos conjugan en sus obras los principios del Neoclasicismo con algunas actitudes nuevas, todavía embrionarias que darán lugar al Romanticismo:

-valoran más los sentimientos que la razón. Rompiendo así con la base principal de la Ilustración.

-se entusiasman con lo auténtico, sencillo y natural: la vida rústica y primitiva, los paisajes agrestes…

-rechazan lo que coarta la libertad de la persona. De ahí su individualismo y su rechazo a las normas.

Novela en Francia: Todavía no había ofrecido el Neoclasicismo sus mejores frutos, cuando ya Rousseau y Saint-Pierre daban cabida en sus obras al sentimentalismo, a la intimidad y a la emoción ante la naturaleza.

Rousseau: es el escritor que más ha influido en la evolución de las ideas en Europa. En sus “Discursos” y en “Contrato social”, nos dejó opiniones sobre el progreso, que para él no supone sino decadencia y deshumanización, y sobre la sociedad que ahoga al individuo. En sus novelas filosóficas “Emilio” y “La nueva Eloísa”, vertió las ideas que mas le preocupaban así como sus experiencias y sus desventuras sentimentales.

Saint-Pierre: Intentó llevar a la practica las ideas de Rousseau, viviendo apartado de la civilización y empleándose en empresas filantrópicas que fracasaron estrepitosamente. En “Pablo y Virginia” pone en evidencia varias verdades, entre otras la de que nuestra felicidad consiste en vivir conforme a la naturaleza y la virtud.

Novela en Inglaterra: El género narrativo se convierte en el relato de una aventura interior, en el análisis de los cambiantes estados de ánimo de la persona, especialmente de la mujer, en lo que atañe al sentimiento amoroso.

Richardson: autor de “Pamela” y “Clarisa”, donde se trata el tema del ascenso social de una joven muchacha pobre. El autor escogió en ambas la forma epistolar para poder ofrecer, con mas naturalidad y sin intermediarios, la complejidad sentimental de sus protagonistas femeninas.

Fielding: parodia las novelas sentimentales y femeninas de Richardson en “Joseph Andrews” y “Tom Jones”. Los personajes, encarnaciones de la bondad, aunque con típicas debilidades, viven numerosos incidentes hasta que el destino acaba premiándolos con el descubrimiento de su origen noble y la unión con una joven que nada tiene que envidiarlos. El individuo sigue siendo en centro de la novela, pero interesa mas la sociedad que su mundo interior.

Sterne: Un excéntrico clérigo anglicano, es el autor de “Vida y opiniones del caballero Tristam Shandy”.

Una parodia de novela, que se va haciendo sobre la marcha, sin ajustarse a un plan preconcebido. Es una descarada burla de la escritura misma y convierte a Sterne en un claro precursor de la novela moderna.

El teatro: Sturm und Drang: En el último tercio del s. XVIII, los escritores empiezan a cuestionar los principios del neoclasicismo: anteponen los sentimientos a la razón, rechazan las reglas, porque ahogan la inspiración y la libertad creadora y ensalzan al hombre de acción, rebelde e irreflexivo. Goethe y Schiller siguieron al principio las pautas del movimiento llamado Sturm & Drang (tempestad y empuje), pero pasado un tiempo, ambos volvieron hacia los ideales clásicos de moderación y equilibrio.

Goethe: es la maxima figura de la literatura alemana. Comenzó militando en el sturm und drang, hasta que un viaje a Italia lo convirtió al clasicismo; más tarde evolucionó hacia un simbolismo difícil, con el que intenta trascender la realidad. Goethe cultivó todos los géneros literarios y en todos dejó al menos una obra maestra. Los universos que recrea son también muy variados: la Alemania medieval, renacentista y contemporánea; la antigua Grecia; el exótico oriente… “Las cuitas del joven Werter”, su primera novela, lo convirtió en guía del movimiento antes citado. Escribió obras de teatro de tema histórico. “Torcuato” y de tema mitológico: “Ifigenia” y legendario: “Fausto”

Schiller: se inspira en los grandes ideales que animaron su vida: la libertad, el amor, la justicia, la vida natural. Sus primeros dramas caen bajo la influencia del sturm und drang en “los bandoleros”, “ la conjuración de Fiesco”, “don Carlos” . En sus últimos años, templó sus arrebatos y compuso obras mas clásicas y serenas, aunque en torno a los mismos temas.

La poesía: conforme avanza el siglo, los poetas neoclásicos, de la misma manera que los dramaturgos y novelistas, van cargando sus obras de elementos prerrománicos: dejan aflorar los sentimientos y la imaginación, buscan ambientaciones sugestivas y sustituyen la regularidad métrica por el verso libre.

En Alemania Goethe y Schiller, junto a otros poetas del Sturm und drang, compusieron magníficos poemas prerrománticos. En Inglaterra los mas destacados fueron Young y Blake.

Young: compuso a sus sesenta años un extenso poema de 10.000 versos, conocido por “las noches”, cuyo título, indica su filiación prerromántica. El poeta, afectado por la muerte de una hija, invita a meditar sobre la vanidad de las cosas humanas y a mantener su fe en el mas allá.

Blake: fue un visionario y un revolucionario que propugnó una religión natural y simpatizó con los ideales de la revolución francesa. En sus poemas, que ilustró con interesantes grabados, sueña con un mundo puro, libre, justo y basado en el retorno a la naturaleza.


La figura poética más destacada es William Blake (1757-1827). Sus composiciones, entre lo simbólico y visionario, lo religioso y el realismo, son de difícil clasificación pues anticipan el Romanticismo, pero también el simbolismo de finales del XIX.

fuente: http://html.rincondelvago.com/literatura-universal-contemporanea.html

sábado, 12 de marzo de 2011

El Petrarquismo y la lírica del amor



Durante los siglos XII y XIII surge en las cortes feudales de Provenza, un tipo de poesía culta en lengua provenzal, que influiría poderosamente en toda la lírica europea.

Un clima agradable, una tierra en paz, una vida fácil en torno a los señores feudales y amplios conocimientos de retórica y música trovadoresca, porque trovadores eran denominados quienes la cultivaban, son los ingredientes de este tipo de poesía.

Había diversos tipos de composiciones, entre ellas las manifestaciones del amor cortés, dirigidas a una dama noble casada, y a quien se ofrece el trovador como vasallo. Se trata de un amor imposible:el vasallo se limita a alabar la belleza de la señora.

Como evolución de esta corriente, los poetas del Petrarquismo se dedican a cultivar el soneto amoroso y a reunirlo en colecciones estructuradas como cancioneros, en forma de serie de poemas que documentan la historia sentimental de su amor por la dama en evolución desde lo sensual a lo espiritual por el influjo de las teorías amorosas del platonismo, que considera el amor como algo abstracto. Entre ambos extremos debemos considerar el Dolce stil nuovo.



Fue Dante quien lo bautizó con este nombre en Italia en el siglo XIII.

La mujer intercede como receptora de Dios, actúa como un ángel y es tratada como un ser inmaterial



Con respecto al amor, no es concebido como pecado sino como un instrumento que acerca a Dios y que no está al alcance de todos. El rostro y la mirada son los más cantados, ya que se dice que la mirada es el espejo del alma.

El tema principal es el amor, pero también lo es la naturaleza idealizaba y se busca una expresión sencilla. Los versos son endecasílabos y se destacan los sonetos.



LA INNOVACIÓN DEL CANCIONERO DE PETRARCA



Francesco Petrarca (20 de julio, 1304- 19 de julio 1374).
Es destacable su doble vertiente (absolutamente indisolubles en la época) de poeta y humanista. Su poesía influyó en autores como Garcilaso de la Vega en España y William Shakespeare en Inglaterra, bajo el sobrenombre genérico de petrarquismo.

Su obra principal es el Cancionero, publicado originalmente en el nombre de Rime in vita e Rime in morte de Madonna Laura y que fue ampliando con el transcurso de los años. Es aquí donde Laura se convierte en el objeto idealizado de su amor, representante de las virtudes cristianas y del ideal de belleza que retoma el de la Antigüedad clásica. Posteriormente se denominará Cancionero petrarquista a las colecciones de poemas líricos creados por diferentes autores a manera del Cancionero de Petrarca.

Los poemas del Cancionero fueron escritos en la lengua vulgar de la Toscana (algo característico del incipiente Renacimiento). Se trata de una colección de más de doscientos sonetos que revelan la historia de su pasión por Laura y los avatares y estados espirituales y emocionales por los que atravesó, incluso después de su muerte, cuando su recuerdo la transforma en un ángel (donna angelicata) que intercede a dios por él para transformar su pecaminoso amor profano en amor divino a la sabiduría y a la moral.

La utilización del verso endecasílabo y sus perfectos sonetos sedujeron a poetas de los dos siglos siguientes y tuvieron influencia en el Siglo de Oro español, aunque algunos autores los rechazaron y los juzgaron como extranjerizantes.

Ofrecemos a continuación dos ejemplos de Rime, pertenecientes cada una de ellas a uno de los dos momentos de amor irrealizado por los que atravesó su autor.

A Laura (en vida) A Laura (después de su muerte)


Era el cabello al aura desatado
que en mil nudos de oro entretejía;
y en la mirada sin medida ardía
aquel hermoso brillo, hoy ya apagado;

El gesto, de gentil favor pintado,
fuese sincero o falso, lo creía;
ya que amoroso yesca en mí escondía,
¿a quién espanta el verme así abrasado?

No era su andar cosa mortal grosera,
sino hechura de ángel; y sonaba
su voz como no suena voz humana:

Un espíritu celeste, un sol miraba
cuando la vi; y si ahora tal no fuera,
no porque afloje el arco el daño sana.

Me alzó mi pensamiento adonde era
la que busco y no hallo ya en la tierra,
y allí entre los que tercio cielo encierra
la vi más bella y menos altanera.

Tomó mi mano y dijo: <<
conmigo, si el afán no yerra: que soy quien te
dio en vida tanta guerra y acabó el día antes
que el sol cayera. Mi bien no cabe en
pensamiento humano: sólo a ti aguardo, y lo
que amaste loco, que un bello vuelo fue,
quedó en el suelo>>.

Mas, ¡ay! ¿por qué me desasió la mano?
que, al eco de su acento, faltó poco
para que me quedase allá en el cielo.

Petrarquismo

Se denomina Petrarquismo, dentro del género poético lírico, a la corriente estética que imita el estilo, las estructuras de composición, los tópicos y la imaginería del poeta lírico del Humanismo toscano Francesco Petrarca.

El Petrarquismo fue una poderosa corriente de inspiración lírica que se esparció por toda Europa con el Renacimiento sucediendo como fuente de inspiración en la lírica al amor cortés de los trovadores provenzales. A esta lírica se superpone una nueva filosofía amatoria influida por el platonismo. Su influjo se extendió hasta comienzos del siglo XVIII y solamente escaparon de él poetas como William Shakespeare, que creó un cancionero dedicado a un hombre.

Fundamentalmente los poetas del Petrarquismo se dedican a cultivar el soneto amoroso y a reunirlo en colecciones estructuradas como cancioneros petrarquistas, en forma de serie de poemas que documentan la historia sentimental de su amor por la dama en evolución desde lo sensual a lo espiritual por influjo de las teorías amorosas del platonismo, que considera el amor como algo abstracto.

La influencia del Petrarca incluye tanto aspectos formales como temáticos. En los temas destaca el culto a la belleza, el protagonismo de la naturaleza (bucolismo) y del amor, de la mano del cual está la mujer como eje en torno al que gira la filosofía del amor petrarquista, a la manera del amor cortés.


Formalmente, el petrarquismo introduce en la literatura en español el soneto, que será la forma más usada en los siglos de oro (XVI y XVII), así como el endecasílabo como verso.

En Italia el Petrarquismo tuvo buenos continuadores como Pietro Bembo, Jacopo Sannazaro y Michelangelo Buonarroti, y ya de forma paródica Francesco Berni; en Portugal fueron poetas petrarquistas Luis de Camoens y Sa de Miranda; en España introdujeron el petrarquismo Garcilaso de la Vega y Juan Boscán, y lo siguieron Gutierre de Cetina, Hernando de Acuña y otros muchos en la primera mitad del siglo XVI y Fernando de Herrera y algunos otros en la segunda mitad, de forma más manierista; Lope de Vega y Francisco de Quevedo en el siglo XVII, a veces con rasgos paródicos que son patentes por ejemplo en Baltasar del Alcázar. En Francia lo implantó el movimiento poético conocido como La pléyade, cuya figura más importante es Pierre Ronsard; en Inglaterra lo naturalizaron Thomas Wyatt y Henry Howard y lo continuó Philip Sidney.


El petrarquismo entró poco a poco en el seno del Manierismo y llegó a convertirse en algo artificial, científico y frío, de forma que en el siglo XVII, ya barroco, empezó a usarse el mecanismo de la parodia creándose numerosos cancioneros burlescos. Se aplebeyó groseramente su idealismo platónico con el materialismo y la referencia al detalle marginal o costumbrista. Empezaron en este estilo, en Italia, Francesco Berni; en España, Baltasar del Alcázar y Luis de Góngora. Lope de Vega compuso también un cancionero petrarquista burlesco y humorístico, las Rimas humanas y divinas de Tomé Burguillos. Francisco de Quevedo, autor de otro cancionero petrarquista en torno a Lisi, ensaya ocasionalmente también la parodia petrarquista en poemas sueltos.

Una muestra de la literatura universal

Existe una diferencia fundamental entre esta reseña y la mayor parte de las que he escrito hasta el momento: normalmente me leo un libro y una vez terminado escribo qué me ha parecido teniendo presente lo que recuerdo de él; esta vez he tomado notas conforme avanzaba en la lectura, con lo que, para empezar, tengo más que decir sobre esta Historia de la literatura universal que sobre casi cualquier otra obra que haya aparecido por aquí. Otra cosa he de decir: por esta misma circunstancia se da que los defectos encontrados en el texto se encuentran en esta reseña mucho más recientes, por lo que puede parecer que el libro no me ha convencido, cuando lo cierto es que me ha encantado. Dicho esto, podemos comenzar con mi opinión.

Después de un prólogo escrito por una tercera persona (que hace, por cierto, un uso extraño, y a veces diría incluso que incorrecto, de la puntuación) nos sumergimos de lleno en ese océano de títulos, autores y fechas que constituye el grueso del libro. El devenir del estilo es suficientemente descrito, pero algunos párrafos llegan a transformarse en listas difíciles de leer y que aportan poco; esto, de todos modos, no sucede tanto como para estropear la lectura. Por lo demás, el texto, escrito con claridad y sencillez, se desliza a través de los siglos siguiendo un orden cronológico, sin por ello cortarse a la hora de efectuar saltos temporales según las exigencias del autor o el género (algunas veces es necesario si un tema quiere tratarse bien).

Riquer es experto en literatura medieval; se agradece que no se deje llevar por ello y que la cantidad de páginas que se le dedica a cada cosa sea proporcional a su importancia. Valverde, por su parte, sabe algo de filosofía, y a él sí que se le nota, porque a veces se mete en berenjenales a los que no debería haberse acercado: da opiniones más que discutibles sobre el pensamiento de ciertos autores, y no da lugar a discusión por mencionarlos solo de pasada. Esto se lo podrían haber ahorrado. Otra cosa buena es la atención que se le presta a la prosa científica como género por méritos propios; otra mala, la obsesión que tiene Riquer con el Quijote, que le hace ver su influencia en casi cada novela posterior a su publicación. Puede tener razón, pero llega a resultar exagerado.

Aparte de errores puntuales en la transcripción de los títulos (qué le vamos a hacer), una cosa que me ha llamado la atención y no me ha hecho mucha gracia ha sido eso de que a los autores se los cite por su apellido y las autoras, por su apellido precedido por el artículo «la». Me quejo siempre de los obsesos de estos detalles, pero en este caso creo que hacen quedar a las escritoras como mujeronas que por dedicarse al arte se vuelven masculinas. Cosas mías, supongo.

Y con eso me parece que hemos terminado con los defectos en sí. Una conclusión que puede sacarse de esta Historia de la literatura universal es que las motivaciones del hombre han sido, en todas las épocas y todas las culturas, prácticamente las mismas. (Hablando de épocas, el que muchos capítulos se titulen «De tal periodo a tal» no hace sino confundir: ¿estamos hablando del Renacimiento o del Barroco?) Los autores se refieren a todos los mencionados con un respeto que es de admirar, aunque a veces, con la cantidad de gente a la que se menciona y el poco tiempo que les da de hablar de ella, lo que hay detrás del libro es más un proceso de recopilación enciclopédica que de verdadera crítica.


Al final del segundo volumen se incluye un apéndice escrito con posterioridad en el que diversos estudiosos dan un repaso a la literatura de un montón de países en los últimos años (lo cual era necesario, porque originalmente el libro pasaba casi de largo del boom latinoamericano, cosa que me parece un gran error). Esto da lugar a solapamientos que en ocasiones derivan en graciosas contradicciones: la opinión que originalmente se tiene de Capote es más bien fría, mientras que el apéndice se deshace en ardorosos elogios. Nada de mayor importancia, en realidad.

Tal como dije al principio, me ha encantado, a pesar de lo que pueda parecer. Es por ello que lo recomiendo a cualquiera que tenga cierto interés por la historia de la literatura, o por el desarrollo del pensamiento en general.

fuente: http://www.google.co.ve/imgres?imgurl=http://alfondoaladerecha.inclinado.org/wp-content/uploads/2010/06/Historia-de-la-literatura-universal-I.jpg&imgrefurl=http://alfondoaladerecha.inclinado.org/2010/06/07/historia-de-la-literatura-universal/&usg=__HK8eLtb3nV_DSDZgPeOpy5rBKPE=&h=289&w=200&sz=21&hl=es&start=5&zoom=1&itbs=1&tbnid=qX4ZkJ9XXP1yRM:&tbnh=115&tbnw=80&prev=/images%3Fq%3DExiste%2Bla%2Bliteratura%2Buniversal%26hl%3Des%26gbv%3D2%26tbs%3Disch:1&ei=GGx7TbjfCIPHgAfmm6TpBg

¿Qué pasó con la Historia Universal? ¿Por qué la eliminan?

Hoy más que nunca nos encontramos ante la necesidad de buscar en el pasado las bases de un modelo que pueda ser proyectado hacia el futuro. A cada instante nos vemos precisados a relacionar las instituciones y los acontecimientos ya vividos por la humanidad con las situaciones presentes. Necesitamos conocer el gran recorrido histórico de donde hemos emergido como pueblo, entender e interpretar el acontecer actual en nuestro país y en el resto del mundo.

Este parrafo es la importancia de la asignatura Historia Universal del 8º grado de Educación Básica del actual diseño curricular, escrita por Celia Jiménez y Freddy Domínguez, profesores de Sociales del Instituto Pedagógico de Caracas.


¿Qué pasó con la Historia Universal? que la eliminan en el nuevo Diseño Curricular por implantar , en el subsistema de Educación Secundaria Bolivariana.
No encuentro respuesta de la eliminacion del programa” Historia Universal” de Secundaria, ¿Como podrán nuestros jovenes comparar los sistemas, revoluciones y todos los hechos del pasado, ni comparar ni mejorar, ni criticar y ampliar sus conocimientos, no conocerán de la Educación Espartana, ni del nazismo, ni de la Revolución Industrial, ni de la revolución Rusa, de la cruzadas, de Cesar Augusto etc..

Se perderan lo mejor de la humanidad, de la grandeza de los hombre, sus luchas y sus errores.

¿Por qué? ¿Cuales fueron las causas y sus consecuencias’? ¿Quiénes fueron sus lideres y que pensaban? No harán énfasis en la interpretación del hecho, no sabran ni discutirán y mucho menos análisis de su pasado. Serán un jovenes sin ¿Por qué?

Soló será privilegio de los estudiosos; la sencilla, demostradora de la grandeza para bién o para mal del hombre y grata materia “Historia Universal”.

fuente:http://www.google.co.ve/imgres?imgurl=http://www.letralia.com/ciudad/cardonagamio/imagenes/shakespeare.jpg&imgrefurl=http://revistaprofe.com/intersite/archives/category/historia-universal/page/2&usg=__LNUEGjkWfIKKtyRBp6yujqx_snM=&h=314&w=300&sz=36&hl=es&start=16&zoom=1&itbs=1&tbnid=T42z0fG-oKGsQM:&tbnh=117&tbnw=112&prev=/images%3Fq%3Dla%2Bliteratura%2Buniversal%26hl%3Des%26gbv%3D2%26tbs%3Disch:1&ei=PW17TemyN4HPgAeNtvjdBg

¿Existe la literatura universal?

El 31 de enero de 1827 Goethe escribió. "Me gusta echar un vistazo a lo que hacen las naciones extranjeras y recomiendo a cualquiera que haga lo mismo. Hoy día la literatura nacional ya no quiere decir gran cosa. Ha llegado la época de la literatura universal y cada cual debe poner algo de su parte para que se acelere su advenimiento". Es un extracto de una conversación entre el autor alemán y su secretario J. P. Eckermann (incluida en Conversaciones con Goethe, Acantilado). Goethe acuñó el término Weltliteratur para, según Martín de Riquer, "indicar una idea de una literatura realmente universal, que implica que todas las literaturas del mundo pueden tener el mismo valor y atractivo". El universo literario no parece discutir la autoría del término: Goethe es el progenitor de la "literatura universal".




Gredos ha reeditado la Historia de la literatura universal de Martín de Riquer y José María Valverde. "Pasen 50 o 100 años la Historia de Riquer y Valverde seguirá siendo valiosa y no perderá del todo su vigencia. Es una foto fija de la literatura realizada por dos grandes autores", explica José Manuel Martos, director de Gredos. En el prólogo, los autores acotan su universo literario: "Este libro pretende ofrecer un claro panorama crítico de las obras que constituyen, simplemente, a toda creación literaria capaz de interesar a un lector de nuestra cultura y tiempo, por encima de barreras nacionales o lingüísticas y de posiciones ideológicas". Es decir, su obra es de una prudente universalidad. "La orientación de los dos tiene el espíritu pedagógico y aspira a idéntica función que la idea de Goethe: ofrecer una biblioteca, suficiente pero nunca completa, a muchos. Quizá ésa sea la mejor definición de literatura universal: una biblioteca para muchos. Así existe todavía en las utilísimas colecciones de fascículos de literatura universal que se venden a buen precio en los quioscos. De allí y de ningún otro lugar, de ese sueño, parcial pero inclusivo, surgen los lectores", asegura Nora Catelli, escritora y profesora de teoría literaria y literatura comparada en la Universidad de Barcelona.


Esta Historia se propone estimular "el apetito de leer" y servir "de mapa en el interminable y maravilloso viaje por la literatura universal". Y Babelia se propone reabrir el debate en torno a la literatura universal. ¿Existe una verdadera literatura universal?

A favor:
"La literatura es, en esencia, universal, como todas las artes. No es que no exista la literatura universal, es que nadie tiene ese conocimiento total, acceso a todas las lenguas y tradiciones que conforman la literatura universal, constantemente cambiante y movediza. Es posible que ni siquiera exista ese interés", Anne-Hélène Suárez Girard.

"Si yo, un bantú que vive en el siglo XXI, vibro con los escritos de Homero, Cervantes, Shakespeare, Dostoievski, Victor Hugo, Ralph Ellison, Chinua Achebe o García Márquez, es porque son historias universales muy bien contadas. Los clásicos del Mundo Antiguo describen, básicamente, el mismo universo que todos sus descendientes: los sentimientos que impulsan al ser humano, llámense amor, odio, ambición, lealtad, traición, bondad o maldad. Sólo que cada época, y cada cultura, lo expresan con rasgos estéticos propios", Donato Ndongo.

"Claro que existe, sí, la literatura universal existe, lo que no existe es la literatura nacional, que es un invento del siglo XIX con fines pedagógicos", Javier Cercas.

En contra:
"No creo en la literatura universal: los libros, los poemas, siempre están escritos desde una posición específica y dirigidos a unos determinados lectores. Esas posturas y lectores pueden ser más o menos poderosos, numerosos, y hoy por ejemplo, asistimos a una literatura escrita para una amplia audiencia de alcance internacional. Pero no podemos ni hablar de literatura universal cuando en África, escribir para el mundo no significa escribir para, por ejemplo, países como Marruecos o Nigeria", Franco Moretti.


"De ninguna manera, nunca debemos hablar de literatura universal. De existir, sería abstracta y sin contenido, a fuerza de querer desprenderse de todo arraigo territorial, de todas sus particularidades. Lo universal es, en realidad, una sublimación de lo particular. Es el caso de los valores del mundo occidental, de autoproclamada validez global, que tienden a generalizarse (universalizarse) en el mundo, o al menos en esos lugares cuyas condiciones económicas y sociales se lo permiten", Édouard Glissant.

"En la actualidad, la idea de literatura universal que sustentó Goethe está muy traicionada, no ha tenido las consecuencias que él quería, no es una piedra angular entre distintos pueblos. Hoy en día el concepto de literatura universal no es una realidad porque se desconocen otras literaturas. El reto de la literatura poscolonial supone desmontar la idea de la literatura universal y deslegitimar su idea unívoca, también existen otras literaturas y hay que dar una visión de ellas. Las literaturas poscoloniales deben hacer de la literatura universal una utopía concreta", Wilfrid Miampika.
Entre ambas posturas, Enrique Vila-Matas: "Existe la literatura universal, pero sospecho que el concepto engloba sólo las literaturas de Occidente: lo que Goethe denominó Weltliteratur o literatura universal. Así que tal vez no existe. Además, la literatura no necesita calificativos. Universal, por otra parte, es redundante. Total, que no lo sé". En torno a la existencia -o no- de la literatura universal gravita otro concepto, digamos, delicado: el canon. Según Riquer, las obras canónicas deben "tener un interés o un valor aceptados por todo el mundo, por los lectores, por los críticos, y que este interés y este valor se hayan mantenido y perduren a través de los tiempos". Y ninguna época ha escapado a su correspondiente canon. "Lo que ocurre es que el ser humano tiende siempre a acotar y clasificar, a depurar y eliminar aquello que no entiende, para tener la sensación de conocer. Los cánones han parecido necesarios en diversas épocas y culturas, no sólo en la occidental, pero inevitable y lamentablemente imponen un criterio parcial y dejan fuera de la Historia a numerosos autores de valía porque el canon es un espejismo, una fórmula divulgativa para tratar de pactar unos referentes, para dar cierta imagen de una época o para servir a intereses muy alejados de la Literatura como arte. Siempre las grandes potencias económicas tienden a pensar que su propia literatura es la universal. Eso es lo que ha hecho hasta ahora el eje euro-americano", argumenta la sinóloga y traductora Anne-Hélène Suárez Girard. Uno de los ejemplos canonizadores recientes es el polémico El canon occidental (Anagrama), donde Harold Bloom ordenó la anarquía literaria en una selección de 26 autores, desde William Shakespeare hasta Jorge Luis Borges pasando por Emily Dickison y Miguel de Cervantes. "Mimesis, de Eric Auerbach, es un ejemplo insuperable, concebido, a mediados del siglo XX, como repertorio de la sensibilidad literaria europea, desde la Biblia y Homero hasta James Joyce, Marcel Proust y Virginia Woolf. En Mimesis no está todo; pero lo que está permite imaginar o pensar lo que no aparece: eso sugirió uno de sus mejores estudiosos, Edward Said, al mostrar, en Orientalismo, que lo universal casi siempre era sólo occidental. Otro ejemplo es la Historia social de la literatura y el arte de Arnold Hauser; es inclusiva pero parcial, dogmática y a veces torpe, pero brillante, reveladora, insustituible", señala Catelli. Una de las principales críticas de los enemigos de los cánones es su rigidez. "Si me remito a conocimiento de la historia literaria, el canon es extremadamente riguroso. Cada vez leemos menos a autores clásicos, excepcionalmente algunos abandonan las filas del canon, pero apenas ninguno ocupa su lugar", asegura Franco Moretti, profesor de literatura comparada en Stanford. Por su parte, el escritor Tomás Segovia prefiere hablar de dogmas. "Creo que éstos son incluso peor que los cánones. Un canon me parece que nunca podría ser estricto. Es algo vago que el escritor (y el lector) husmean sin poder generalmente definirlo con claridad, de modo que a nadie le corresponde establecerlo. Los dogmas en cambio es bastante visible quiénes los establecen: los que llevan la batuta de la crítica y la moda, los que logran dar más vuelo a sus preferencias o prejuicios, los que destacan por hablar más alto y más autoritariamente que los demás". Éstos, coincide el escritor Félix de Azúa, son el núcleo del problema. "En realidad el problema no es del canon, sino de quienes proponen un canon universal, y suele hacerlo alguien con una vanidad inmensa, como el inepto de Bloom. Los demás no tenemos canon, tenemos simpatías", asegura. Caso que ilustra el mismísimo Vila-Matas: "Yo tengo mi propio canon y, aunque por naturaleza es único e intransferible, hasta me han ofrecido trasladarlo a un libro. Que tenga mi canon personal es consecuencia lógica de mi experiencia de muchos años de lector. El mío es un canon preferentemente voluble, excéntrico y vital. Y si tengo alguna duda, consulto con el profesor Jordi Llovet".

En estos tiempos de world wide web, amazons y kindles es posible asomarse casi a la literatura de cualquier país, sin embargo, el futuro de la literatura universal está teñido de negro. "Vivimos en una sociedad mediática, globalizada y multicultural. La posmodernidad es heterogénea y caótica. Y soy pesimista: los consensos se basarán en correcciones políticas, grupos de presión y criterios ajenos a la calidad literaria tradicional. Si hubiera en el futuro algo parecido a una literatura global va a depender de una suma confusa de todas las limitaciones particulares que acabo de negar: idioma, nación, grupo, raza, género, minoría, continente, etcétera", opina Juan Antonio González Iglesias, poeta y profesor de filología clásica en Salamanca. Suárez Girard comparte su pesimismo. "La traducción ha hecho que las literaturas se influyan, se renueven y enriquezcan, aunque en ese proceso también tiendan en ocasiones a empobrecerse, asemejándose unas a otras y, quizá, a desaparecer. Todo ello forma parte del aspecto dinámico de la literatura universal, cincelado, desmoronado y vuelto a cincelar por las sucesivas generaciones y sus cánones. Para que predomine el lado enriquecedor y renovador sobre el destructor son fundamentales el interés y el respeto hacia el autor; hacia las demás culturas, los estudios de humanidades y el cultivo de la lectura como algo nutritivo y placentero a la vez. Esto que digo son perogrulladas, pero no parece que estén en la onda de los tiempos que corren".


De izquierda a derecha: William Shakespeare, Miguel de Cervantes, J. W. Goethe, Jorge Luis Borges, Homero, Emily Dickinson, J. P. Eckermann, Virginia Woolf, Wole Soyinka, García Márquez y Gao Xingjian