El Wi-Fi (Wireless Fidelity) es el pan nuestro de cada día. Según datos del Observatorio Wireles de IWE-X, seis millones de españoles se conectaron a Internet en octubre del 2006 usando esta tecnología sin cables. Y es que el Wi-Fi es, precisamente, eso. Una tecnología que se usa, sobre todo, para conectar el ordenador a Internet a través de una red informática. Y, todo, sin cables. Y se usa desde el principio con ordenadores, pero esta tecnología también está disponible, por ejemplo, para conectar con consolas de videojuegos, con algunos teléfonos móviles o agendas electrónicas avanzadas (PDA).
La cuestión es que, como el Wi-Fi funciona por radio y emplea el rango de frecuencia de las microondas, esto genera cierta intranquilidad social. Cada vez más personas se preguntan si es seguro o eventualmente podría ser perjudicial para la salud a largo plazo. A pesar de que se trata de una tecnología relativamente joven, sobre este tema encontramos todo tipo de opiniones y estudios.
Por ejemplo, una investigación de la BBC revela que, en las aulas de una escuela inglesa dotada con Wi-Fi, los niveles de radiación son tres veces mayores que los que emite una torre de telefonía móvil. Dicha investigación ha sembrado la alarma en Gran Bretaña, donde el 70% de las escuelas secundarias y el 50% de las primarias poseen redes Wi-Fi.
Pero según la Agencia de Protección Sanitaria Británica (HPA) las consecuencias para la salud de dicha radiación no son tan grandes. Según leemos en The Guardian, expertos de esta agencia indican que, como las ondas de radio del Wi-Fi actúan en un área de pocas decenas de metros, su frecuencia es de baja intensidad.
Además, al usar aparatos con Wi-FI, solemos colocarlos a cierta distancia de nuestro cuerpo (como usted lector, que posiblemente nos esté leyendo manteniendo su cuerpo a unas cuantas decenas de centímetros del monitor de su ordenador). Pero al usar un teléfono móvil, normalmente lo llevamos pegado a la oreja. Los de la citada HPA afirman que 20 minutos de conversación por móvil suponen la misma radiación que si pasásemos un año entero conectados a Internet en un hot spot (punto de acceso Wi-Fi que suele estar colocado en aeropuertos, cibercafés y otros edificios públicos).
Pero el debate no se centra en si el Wi-Fi es más o menos peligroso que las torres de telefonía móvil, ya que como afirma el propio William Stewart, presidente de la citada HPA, no existen pruebas concluyentes que demuestren que las radiaciones de telefonía móvil perjudican a la salud.
Lo único que está claro en todo esto es que hay que ser precavidos. Philip Parkins, de la Asociación Profesional de Profesores Británicos (PAT) , insiste en un comunicado oficial en la necesidad de seguir investigando sobre el tema. Graham Philips, investigador del grupo Powerwatch, afirma: “Estamos viendo un incremento en los problemas de comportamiento dentro de las clases. Debemos investigar si estas redes son la causa de éste u otros problemas”.
En cualquier caso, no hay ni consenso ni un estudio que demuestre al cien por cien que el Wi-Fi perjudique la salud. Según Henry Lai, profesor de la Universidad Estatal de Washington, la mitad de los miles de estudios publicados al respecto concluyen que el WiFi es perjudicial, y la otra mitad no. Empate técnico.
Ambas posturas tienen su parte de razón. No hay que demonizar al Wi-Fi. Pero tampoco creer que su uso es inocuo para nuestro organismo (¿hay algo que lo sea?). Como suele decirse, “lo que no mata, engorda”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario